"Primera visita con mi forense" Relato.
Eso de
morirse no es nada fácil. Ayer me sentía tan cansada que decidí morirme. Pero, antes de morirme, yo tenía que hacer
varias cosas. No se puede dejar este mundo a la ligera, no hay cosa peor que
dejar cosas mal hechas, sobre todo para los que se quedan aquí, los vivos. Lo
primero que hice fue buscar por internet un buen forense. La primera visita con
mi forense fue muy agradable. Me preguntó que podía hacer por mí. Le pedí que se encargase él de mi cadáver, y cuanto
me cobraría por su trabajo. Casi me muero al oír el precio que me dijo. Ya le
avisaré cuando llegue el momento, le dije al señor forense.
Tomé el
autobús que me llevaba al centro de mi ciudad, me urgía hablar con el notario.
También fue muy amable conmigo. Entré en su oficina y le expuse mi caso. Mi
piso, lo tengo pagado, no debo nada, todo está al corriente, le dije al señor
notario. No me dio un infarto de milagro, cuando me dijo la cantidad de dinero,
que tenían que pagar mis herederos, para poder recoger la herencia, que yo, de
muy buena fe les dejaba. O sea que, en vez de darles una alegría al dejarles la
herencia, lo que les daba un disgusto de muerte. Total, una herencia una ruina.
Me despedí del notario, le dije que ya pensaría lo que hacer con la dichosa
herencia.
Perdí
el autobús de vuelta a mi casa, tuve que caminar cuatro kilómetros. Llegué
muerta de cansancio, me tomé un café y un bocadillo, para recuperar fuerzas.
Puse la
tele y me quedé dormida en el sofá. A media noche me despertó un ruido, no
podía creer, forzaron la cerradura de mi
puerta, me asusté mucho. Un ladrón vestido de negro entrón en mi casa. Se vino
hacia mí y me dijo, si no me das el dinero te mato. Con el cuchillo que había
preparado mi bocadillo, yo le maté. Llamé a la policía, vino la policía y el
forense, por cierto, el mismo forense que yo iba a contratar. La primera
pregunta que me hicieron fue: ¿Por qué lo has matado? Yo le contesté: porque mi
muerte la decido yo.
Autor: Lola
Barea.
Feliz verano para todos.